Esperó hasta
dormirse y soñó con otra Navidad, como las que años atrás había vivido, cuando
celebraba aquellos días de festividad, de buenas voluntades y mejores
propósitos, deseando prospero año nuevo a todo aquel que se cruzaba en su
camino, ya fuera persona conocida o desconocida y con una amplia sonrisa, que dejaba
ver en su rostro esa ficticia felicidad a modo de Joker, como aquel tétrico
antagonista de Batman. Acomodó su almohada, se acurrucó sobre si mismo y dio la
espalda a una figura con cabeza de oso, labrada en el mármol que aún permanecía
junto al cajero automático, el cual le daba fría y callada compañía.
Antonio Nieto Bruna
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21-10-2014
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