En todos los 14 de febrero
a su amada una rosa regalaba,
aquel serio y enjuto caballero
y un te quiero en la nota le dejaba.
Pasado mucho tiempo el compañero
con amor una rosa le llevaba,
y al alojarla dentro del florero
con su aroma a la amada la evocaba.
Al alba en esa fecha aparecía
la rosa roja y fresca en el jarrón
entre un halo de luz y de energía.
Y dos almas henchidas de pasión
se alejan a la gloria en armonía
sabiendo que han cumplido su misión.