Ven; no pases de largo. Para; quédate.
Déjame esa expresión que necesito,
con tu poder y con tu magia llévame
a encontrar ese instante que he perdido.
Buscan los versos invisibles pléyades
por campos prohibidos o proscritos
y por bosques preludios de los pésames
de silencios que matan los sonidos.
Ven; no pases de largo. Para; quédate.
Los pechos de los hombres en la nada
surcan el infinito, y si al final
la mudez de los hechos impasibles
y el insonoro mundo de las hadas
se escuchan al mirarlos sin hablar,
transmutarán sonidos imposibles.
Ven; no pases de largo. Para; quédate.
No te alejes; despierta mi letargo.
Dame la claridad sin más tapujos
y deja que la noche con su influjo
me traiga pensamientos tan variados,
como sueños formales o indiscretos
y algún antiguo e íntimo secreto.
Ven; no pases de largo. Para; quédate.
Subyacentes, vacías, tal vez vanas,
se ocultan entre múltiples palabras
que albergan los espacios más audibles
de un mundo que estará por definir,
por ello el verso encontrará su fin
cuando los pensamientos vuelen libres.
Ven; no pases de largo. Para; quédate.
Mientras, con ansia absorbo dulces néctares
llenando de razones mil escritos
y que ofrendo a los dioses, como ménades
entre huertos cultivados por olvidos
en montes donde el eco de la Oréade
repite la poesía al infinito.
Ven; no pases de largo. Para; quédate.
Antonio Nieto Bruna
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1-12-2016