nunca
podrías alzar la mirada
mientras
la mente la tengas cerrada
con
el estiércol que oculta tu establo.
Te
sientes centro de un bello retablo
de
una pintura en el mundo olvidada
y
eres un simple boceto del diablo.
Siendo los dueños de nuestros secretos
te deberías callar lo que piensas
porque tus rabias se harán más intensas
si se acrecientan tus gestos catetos.
Como un misántropo añoras los guetos
aunque te ocultes en zafias ofensas
y te disfraces de sórdidos vetos.