En el pozo llamado Perla

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-Allá por mil ochocientos entre desgracias llegaban,
el diecinueve de octubre a las tres de la mañana
del año sesenta y cuatro negras y frías jornadas,
del pozo llamado Perla un espeso humo asomaba,
barreneros y escombreros al salir dieron la alarma
diciendo que allí unos cuantos en la mina se quedaban.

Haciendo un primer recuento se fijaban que faltaban
cinco de aquellos mineros que cumplían la jornada,
enseguida se disponen quienes por la zona estaban,
un capataz se dirige a Fortuna donde baja
con los cuatro voluntarios al lugar que se encontraban
la sexta con la tercera, galerías de ambas plantas.

Observando como un torno cubierto parece en llamas,
un negro y muy denso humo sale de una nube blanca,
sabe que los atrapados agotan sus esperanzas.
Suben medio intoxicados y el resuello hasta en el alma,
mira al cielo y a sus hombres sin poder hacer ya nada.
Solo un milagro podría cambiar la desesperanza.

Y cuentan las malas lenguas que el ingeniero que estaba
al mando del yacimiento a la galería mandan,
las esposas y las madres a buscar a los que faltan,
diciéndole, si no vuelven, que tampoco de allí salga.
Aunque no está demostrado la leyenda así lo narra
pues pasado tantos años apenas hoy es recordada.

En varios días siguientes intentan ir a la planta
por otros pozos y medios ya sin apenas confianza.
El veinticinco de octubre la tragedia se saldaba
con otros ocho mineros que en circunstancias extrañas
al intento del rescate muertos allí se quedaban,
al bajar a liberarlos ya sin ninguna esperanza.

Esta es parte de la historia retazos de una comarca
en donde con grandes rasgos así quedó dibujada
en claroscuros momentos de sus épocas doradas.
Queda ahora solo un pueblo que heredó una enorme plaza,
con pozos, ruinas y campo y una escombrera sin plata
cubriendo todo el pasado de la historia aquí plasmada -.