PASIÓN POR CRISTO



Prólogo
Todos los años desde 1972, entre el primero y el siguiente domingo después de la primera luna llena de primavera, se conmemora la Semana Santa y dentro de ella en el día de Viernes Santo en una localidad de la Sierra Norte de Guadalajara llamada Hiendelaencina, se representa la escenificación de la Pasión y Crucifixión de Cristo, por los habitantes y amigos de la localidad.
Tal acontecimiento, se ha hecho ininterrumpidamente hasta el año 2019 y con la excepción de los años 2020 y 2021, debido a la prohibición de todos los actos públicos por la pandemia del COVID 19, por lo tanto en el año 2023 celebraremos la representación de la 50 Pasión Viviente de Hiendelaencina, para lo que en su conmemoración queremos hacer un recorrido de sus vicisitudes, acompañados de los protagonistas que durante estos años han representado a Cristo.
Los principios
Corría el año 1972, cuando el maestro de escuela Abelardo Gismera junto al párroco del pueblo Bienvenido Larriba, pusieron en marcha un pequeño y modesto acto, el cual con el tiempo alcanzaría un renombre y reconocimiento más allá de los confines de nuestra comarca. Desde aquel día de Viernes Santo de 1972 hasta la actualidad, han realizado la escenificación de la Pasión de Jesús, hijos y amigos del pueblo. 
Por la transcendencia de la fecha tan señalada y desde la perspectiva del papel principal que cobra la figura de Cristo, se ha querido traer una visión retrospectiva de estos acontecimientos desde el aporte de sus protagonistas, sin por ello dejar de considerar a la totalidad de vecinos y amigos que han colaborado para hacer de nuestra Pasión Viviente un acto de reconocido prestigio.
Para realizar la presentación de la escenificación de la Pasión Viviente de Hiendelaencina, desde el punto de vista de los que intervinieron en el personaje de Cristo desde el principio a día de hoy, hemos traído a una mesa de coloquio a la mayoría de los protagonistas, para que nos cuenten a partir de un guion previo sus recuerdos, experiencias, emociones, anécdotas y vivencias de todos esos momentos, por lo que los iremos presentando por el orden cronológico en el que intervinieron en la escenificación de la Pasión Viviente, aunque en cada uno de los capítulos pudiera entrar en acción cualquiera de los otros protagonistas, dado el ambiente de conversación que se creó en el encuentro.

Joaquín Latova Ortega
Fue la primera persona que realizó el personaje de Cristo en la Pasión Viviente de Hiendelaencina, realmente fue un vía crucis recorriendo estación por estación la representación realizada en la plaza Mayor y que en la antigua Caja de Ahorros terminaba con el acto de la crucifixión, en una escena final donde junto a la cruz, Conchita (La primera persona que hizo de la Virgen María) acariciaba los pies de Jesús. La representación fue acompañada por unas cincuenta o sesenta personas. 
Joaquín nos cuenta que una de las imágenes que le impresionó y que le quedó grabada de aquella primera representación, fue en el momento de la escena de la expiración, cuando vio al señor Domingo con lágrimas en los ojos.
También recuerda que el primer año Abelardo hizo de Pilato en la puerta de la botica.
En aquella primera representación se realizó el vía crucis sin un guion preconcebido.
Y con el miedo como nos narra Joaquín, de que al ser el primer año tenían la incertidumbre del éxito o el fracaso sobre sus hombros, pues no había la certeza de si aparecería alguien o tendrían que recoger todos los bártulos, y poner principio y punto final a aquella ocurrencia de un maestro de escuela y un cura. Por suerte, como nos vuelve a decir, aquella incertidumbre solo se tuvo ese primer año, pues el pueblo con sus vecinos en un principio y muchos más después, contribuyó y contribuye a que la Pasión Viviente de Hiendelaencina siga cada día más viva y con el augurio de un próspero futuro.
Al ver el éxito y la aceptación que tuvo entre los vecinos, a partir del siguiente año se comenzó a realizar ensayos y se fueron haciendo cambios e innovaciones, como por ejemplo la crucifixión, la cual se trasladó frente a la casa del sastre y posteriormente se trasladaría el Calvario definitivamente al montículo que hay junto a las eras.

Así estuvo Joaquín realizando el personaje de Cristo hasta 1979, año en el que cumplía los 33 años y vio oportuno que con esa edad debía dar paso a una nueva generación. Se ha de decir que entre medias, hubo un año que por enfermedad, Joaquín tuvo que ceder el personaje, por lo que diremos que aunque pasado ese lapsus continuó tres años más, en 1976 el sacerdote Bienvenido Larriba, se vio con mucho gusto, obligado a hacer la representación de Cristo.
 
Miguel Cuenca
Realizó el personaje de Cristo entre 1980 y 1981, nos cuenta que el sacerdote Bienvenido Larriba, terminado el acto de la Pasión Viviente celebrado en 1979 le dijo sin más preámbulos. -Prepárate que el año que viene te toca a ti hacer de Cristo-, y así fue, Miguel hizo de Cristo. Durante la época de los ensayos por motivos laborales, Miguel no podía ir al pueblo a los ensayos y Bienvenido Larriba viajaba hasta Madrid para repasar con él los diálogos. 
También nos cuenta que en el momento del descendimiento se sentía seguro, cuando miraba hacia abajo y veía la figura de José Miguel Llorente esperando que le dejaran en sus brazos los judíos, quienes le bajaban con la soga que previamente le habían colocado con una especie de arnés artesanal tan bien ideado que actualmente sigue haciendo esta delicada labor, ya acabado el acto de la Pasión, recuerda que en uno de los años más fríos, se tuvo que subir al Sinca de su primo Antonio y con la calefacción al máximo se quedaba al menos unos 15 minutos, hasta que se recuperaba. En este sentido, cada “cristo” tenía su metodología, Ricardo Cristóbal por ejemplo, se bajaba directo al bar del Elías y se tomaba de un trago un chupito de carajillo que le reconstituía de inmediato. Con todo y con eso, Miguel nos cuenta que su mejor y más recordado momento es el pasaje de la cruz, donde en aquella escena de tormento, él sentía una gran satisfacción por ser merecedor de ese instante.
De repente alguno de ellos recuerda, que uno de los años en los que se pensó poner en la cruz en la que sería crucificado Cristo, la inscripción INRI, al clavarla se partió y se oyó que salía de la boca de un judío una blasfemia, por suerte en aquella época todavía no habíamos alcanzado el nivel actual de tecnología y aquella injuria quedó audible solamente para los más próximos a la cruz.
Referente a recordar uno de los momentos más emotivos, nos cuenta Miguel y asiente e interviene en el diálogo junto a él Joaquín Latova Muñoz, que ese momento es el final de la escenificación, cuando todos los que estamos en el Calvario nos abrazamos emocionados y bajamos tan orgullosos por la calle Jardín, escuchando las felicitaciones y los piropos de los espectadores que hacen el mismo recorrido hacia la plaza junto a nosotros.

Ricardo Cristóbal
Realizó el personaje de Cristo entre 1982 y 1986, recuerda que el primer año lo hizo estando Bienvenido Larriba de párroco y el resto de años en los que estuvo haciendo la representación de Cristo estuvo José María Asenjo de sacerdote de la parroquia y aunque como nos cuenta Ricardo, en un principio era reacio a la Pasión Viviente, al considerar sobre todo que las formas de proceder de los participantes en los ensayos rozaba más un acto pagano que un acto religioso, posteriormente vio que bien encauzado podría ser una manifestación honrosa de la Pasión y Muerte de Cristo y contribuyó con su apoyo, ideas e innovaciones al acto religioso-cultural.
Una de las tantas anécdotas que tiene Richard, como se le conoce en el pueblo, es la de su peripecia con el servicio militar, cuando por mediación de un cargo eclesiástico de la comarca se pidió al cuartel donde realizaba la “mili”, que le levantaran el arresto que tenía, para que pudiera ir a su pueblo a realizar el acto de representar la figura de Jesús, y se realizó el milagro, apareciendo en hora y lugar el día de Viernes Santo.
La única vez que se realizó la escena del sepulcro fue en el año 1983 en una caseta pequeña de piedra que está junto al montículo de las eras donde se representaba la escena del monte Gólgota, cuentan los que estuvieron en el momento de la introducción en el sepulcro descrito, que estando tumbado, se le introdujo una lagartija por el sudario y aguantó estoicamente hasta que el reptil salió de hacer tan inoportuna visita.
Referente a la pregunta de que es lo que se cambiaría de la representación. Richard dice que el cambiaría el modo de la participación de los judíos, pues aunque está claro que los diálogos lo tienen que llevar entre cinco judíos, la participación del resto “el populacho” es escasa o nula, por lo que las escenas de Caifás y Pilato quedan bastante insulsas. El problema según la opinión mayoritaria de todos los concurrentes, es debido a que muy pocos acuden a los ensayos, entonces la labor dentro del escenario de encauzar a la “masa” la terminan haciendo los veteranos que tienen que azuzar al resto en momentos puntuales a que griten y se manifiesten.
Arsenio Salvador
Realizó el personaje de Cristo entre 1987 y 1996. Arsenio nos cuenta que aunque cada sacerdote que pasó por el pueblo desde 1972 fue dejando su personal forma de ver y entender la Pasión Viviente, unos dejaron su impronta más que otros, estando de acuerdo con Richard que aunque don Bienvenido tuvo un papel principal en la pasión por haber intervenido en su creación y puesta en marcha, José María Asenjo también fue un personaje clave como innovador en la forma y modo de escenificar la Pasión. Introdujo algunos cambios de atrechos y la música de Semana Santa en los actos del principio y del final de la Pasión.
Haciendo memoria, nos cuenta que no recuerda haber pasado frio ninguno de los años en los que hizo la representación, a lo que Richard le dice que entonces se llevaría él todos los años de ventiscas y heladas, pues recuerda sobre todo uno de ellos, en el que estuvo a punto de quedar congelado en la cruz y todos los demás recordamos la frase impronunciable que dijo… con la que culminaba a los presentes a que le bajaran lo antes posible de la cruz.

Recordando los momentos más emocionantes, Arsenio nos cuenta que para él uno de los que más le conmovía aunque muchos pudieran pensar que hay alguno más emocionante, era el del posterior a la tercera caída en la Plaza Mayor junto a las mujeres y el diálogo con Jesús y sus verdugos donde decían:
MUJER 1: -Como te han maltratado.
MUJER 2: -¿Tienes mucho dolor?
MUJER 3: -Todo tu cuerpo es un manantial de sangre. Por todas partes brota sangre a raudales ¿Cómo es posible aguantar tanto sufrimiento?
MUJER 4: -No tienen corazón Esto es inhumano."
A lo que un judío les respondía:
"JUDIO 5: -Han dado una orden y se cumplirá. Debe morir."
Y las mujeres continuaban con sus diálogos ofreciendo a Cristo su ayuda:
"MUJER 1: -¿Te podemos ayudar en algo? ¿Que necesitas?
MUJER 2: -Todo lo que esté en nuestras manos pídenoslo. Estamos dispuestas a lo que sea necesario.
MUJER 3: -Eres muy bueno ¿Por qué te martirizan tanto?
MUJER 4: -Intentemos alzar la cruz."
Y en ese momento Jesús, les decía:
"-No lloréis por mi sufrimiento. Ocupaos de vosotras y de vuestros hijos. Ayudarles a ser educados, sinceros, respetuosos y obedientes. Inculcarles buenos sentimientos. Decidles que aborrezcan el pecado. La causa de mi dolor son vuestros propios pecados. Llorad por ellos, no lloréis por mí.-"
Jesús Berbería
Realizó el personaje de Cristo entre 1997 y 2002, Cuenta que el primer año se enteró a través de su padre quien le transmitió la orden del “sanedrín” de que el año próximo haría de Cristo a lo que de buen modo, pues sabía que no tenía opción a otra respuesta, dijo, “bueno si ya está decidido, no tengo más que decir”. Recuerda que el primer año estaba como sacerdote, don José María y el siguiente don Pedro.
Al año siguiente y ya integrado en la dinámica de las preparaciones para la puesta en marcha de la Pasión Viviente, en un cruce de ideas le preguntaron que se podía innovar, a lo que propuso Jesús la idea de hacer la Última Cena, pues en algún pueblo de Guadalajara se hace y parece ser que queda bien y puede quedar bonito. Al siguiente año se montó el escenario de la Santa Cena tal como ha llegado a nuestros días, con la única diferencia que aquel primer año no tenía el toldo a modo de tejado que actualmente tiene, por lo demás a partir de entonces se viene realizando con pequeñas variaciones tecnológicas igual que se realizó en 1998.
También recuerda que ese año de 1998 nevó y recuerda que era el 9 de abril, pues casualmente fue el día de su cumpleaños, ese día fue uno de los que más frio pasó, recuerda que nada más terminar la Pasión Viviente, Ángel el farmacéutico le montó en su automóvil y le bajo hasta su casa, donde llegó con todos los dedos de las manos morados y entumecidos. Sobre este momento la verdad que casi todo el mundo está más pendiente del Cristo que de los pobre ladrones, como puntualiza Joaquín Latova Muñoz, pues mientras al Cristo le descienden y le ponen encima de una manta y del regazo de su madre la Virgen María, los ladrones permanecen impávidos en la cruz, esperando y rogando que les bajen pronto y les den las habituales friegas de alcohol de romero mientras les tapan con una recia manta. Son los clásicos actores secundarios que en toda representación pocos les prestan atención y sin embargo, sin ellos la función dejaría mucho que desear, dice Joaquín.
Una de las anécdotas que le llega a su memoria, es cuando al ir a crucificarle en la Semana Santa de 1998, la túnica tenía un nudo tan cerrado que era imposible desvestirle y dejarle solamente con el sudario, por lo que algunos de los actores que hacían de judíos le intentaron quitar a las bravas la túnica, incluso rasgándola si fuera preciso, en el último momento según nos cuenta, alguien entró en razón y con calma y paciencia le desató el nudo. 
Joaquín Latova Ortega interviene para puntualizar que con el tiempo ha ido cambiando a mejor las formas, los medios y los hábitos de la organización previa y posterior representación, debido a que en los primeros años no se tenía la sensación que lo que se estaba haciendo podría ser una manifestación de un pueblo, que trascendería en el tiempo y más allá de nuestra comarca. Además viéndolo él desde la perspectiva de la época en que le tocó realizar la Pasión Viviente, cree que se ha ganado mucho con el escenario actual donde se sitúa el monte Calvario.
Joaquín Latova Muñoz toma la palabra para explicar las ventajas actuales de las cruces, pues aunque las últimas son más altas y la sensación de vértigo pudiera ser mayor, también se siente la seguridad de ser unas cruces más robustas que las anteriores, a lo que Jesús Berbería afirma que así es, en su época a la hora de alzar la cruz siempre sentía que pudiera ocurrir algo inesperado, pues aunque eran más bajas, también eran más endebles y sentía su inestabilidad, a veces hasta con una ráfaga de aire que soplara más fuerte de lo habitual, por lo que cuando ponían la escalera detrás y le descolgaban sentía un gran alivio. Ese momento junto al de las felicitaciones de padres y familiares, era para Jesús la recompensa a un trabajo bien hecho.
A la pregunta de uno de los concurrentes de si se cuestionaron en algún momento: “¿qué hago yo aquí?”. Felipe dice que para él, el peor momento es el de la Santa Cena, el comienzo, por ser el principio de los diálogos, una vez que entraba en el papel y desarrollaba su personaje, se le difuminaba sus infundadas dudas.
Joaquín Latova Muñoz reconoce que a veces se ha llegado a preguntar si era necesario tanta realidad en la escena de los latigazos.
Jesús confiesa que el último año que hizo de Cristo fue el peor debido al estado de gravedad de su padre que era tal, que su familia no viajó al pueblo y él se vio en el trance de viajar y hacer la Pasión Viviente con el corazón y el sentimiento puestos en su padre y la mente puesta en la representación. Pocos días después fallecería.

Joaquín Latova Muñoz 
Realizó el personaje de Cristo entre 2003 y 2012. El año 2006 fue algo accidentado, al partirse el travesaño de la cruz del ladrón bueno y caer una copiosa y fría nevada, Miguel Cuenca y todos los que estábamos en las proximidades recordamos haber visto aquel año al descender al Cristo como temblaba y tiritaba todo su cuerpo al dejarlo en brazos de la Virgen María representada durante muchos años por Esperanza Fernández Padilla. Inmediatamente que terminó la representación, llevaron a los tres crucificados a la ambulancia que estaba próxima y les abrigaron con mantas hasta que se recuperaron del tremendo frio que pasaron.
Joaquín nos cuenta que inclemencias meteorológicas las hubo de todas las formas y no sabría decir a cuál peor, pues recuerda el año en el que se rodó el reportaje Pasión por Pasión y donde vino a presenciar la escenificación el presidente de aquel momento de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, José María Barreda, ese día cayó tal chaparrón durante toda la representación que se podría haber hecho perfectamente una escena del Diluvio Universal. Felipe Gismera interviene para decir que ese aciago día fue en la Pasión Viviente de 2013, el primer año en el que él hizo de Cristo y que lo recuerda como un día muy triste, no solo por la inclemencia, si no, sobre todo porque aquel mismo día a las 8:30 de la mañana le llamó Julio Arjona el sacerdote que en aquella época llevaba la parroquia y le dijo que Manuel del Olmo acababa de fallecer por lo que se estaba pensando suspender el acto, finalmente consultado a la familia se decidió hacerlo en su honor, al haber sido uno de los vecinos del pueblo que puso mucho esfuerzo y corazón en la Pasión.
Se recuerda que al terminar esa representación se decía que si ese día no se había suspendido la función ya nunca ocurriría, y como en la vida no hay nada mejor que hacer de profeta para que no se cumplan las predicciones, años después tuvo que llegar el más “pequeño” de los problemas para chafarnos la profecía.
Para Joaquín, los dos momentos más importantes fueron el primer año con ese miedo escénico provocado por el no saber si vas a realizar correctamente los diálogos y el año de su despedida como Cristo de la Pasión por lo que significaban todos esos años pasados, cerrando una etapa que significó mucho para él.

Felipe Gismera 
Realizó el personaje de Cristo entre 2013 y el 2019 y el 2022, y continuando con el relato de su primera experiencia como protagonista de la Pasión, recuerda que aquel año fue tal la cantidad de agua que cayó, que la megafonía solo se pudo montar en los escenarios de la Plaza Mayor, pues el camión con los equipos técnicos de sonido no fue capaz de entrar en aquel barrizal que se montó en el montículo donde se lleva a cabo la crucifixión, por lo que todos los actores con guion en esa parte de la representación, tuvieron que agudizar la voz para que se les pudiera escuchar. Para terminar con las inclemencias, Joaquín Latova Muñoz hace mención al otro extremo, el calor, pues aunque no es tan duro como el frío intenso, cuando hace calor también puede ser agobiante, sobre todo cuando estas en la cruz dándote los intensos rayos en el cuerpo en el medio día solar, recuerda que en alguna ocasión alguno de los actores secundarios terminaron mareados, a lo que Miguel responde con sorna que realmente esos mareos no eran debidos al sol del medio día si no al efecto nocturno de los ensayos del día anterior.
Para Felipe, el momento más emocionante para él, es cuando le alzan en la cruz y queda mirando hacia el cementerio, en ese trance tiene un instante para dirigir su mirada al campo santo y recordar a sus abuelos, observando sus tumbas y dedicando ese personal recuerdo a unos seres tan queridos para él.
Y corroborando un comentario realizado por Miguel Cuenca, una de las cosas que más le satisfacen es la aportación anónima de tantos vecinos del pueblo, pues aunque los actores principales se llevan las miradas y reconocimiento del público, nosotros sabemos que estamos arropados por el resto del reparto; nos cuenta Felipe, que Carlos y algún otro siempre están junto a la cruz para recogerle, lo que le da esa seguridad que necesita para hacer su papel con confianza. 
Por ello siempre estará agradecido a todos y cada uno de los que intervienen en la Pasión Viviente, sean cara al público o en labores menos visibles pero todas ellas necesarias. También cuenta Miguel el trabajo que no se ve de esas mujeres que están alertas para la confección y reparación de atrechos en los momentos críticos y que con gran habilidad realizan. O de tantos voluntarios que realizan funciones organizativas como el control de los accesos, tanto a las zonas preparadas para los espectadores, como los accesos de los vehículos a las zona de aparcamiento habilitados para ese día.
Otro de los momentos más delicados de la representación, es cuando izan al cristo y a los ladrones en la cruz, todos están de acuerdo con Joaquín Latova Ortega cuando expresa que es uno de los momentos que más les impresionan (y no por el vértigo que pudieran tener en el alzado, que también lo tienen), si no sobre todo por la seguridad que les dan los “judíos” que les alzan y que están en todo momento atentos a su misión, que es izar y sujetar la cruz en los espacios preparados para ello.
Y sobre todo lo más impresionante para la mayoría de los cristos, es el instante tan especial que es estar a las espaldas de la montaña Sagrada del Santo del Alto Rey con la vista puesta en todo el público que tienen a sus pies y que unos con más fervor que otros y otros con tanto respeto como los más fervorosos, asisten en un silencio sepulcral, mientras se escucha la angustiosa respiración de aquel que en breve terminará el acto de la muerte y pasión de Cristo.