Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura, se alejaba lentamente, mientras observaba con melancólica mirada, aquella boca sabor miel cuyo néctar no volvería a paladear…
Dieciocho meses antes, se conocieron en las clases de prácticas que impartía en su habitual ronda todas las mañanas, el Decano de la Facultad y jefe del Departamento de Oncología. El flechazo fulgurante y la pasión de aquel amor entre la alumna de medicina y el Adonis reencarnado en paciente, fue tan grande que, en su partida, ella pudo recordar aquellos versos que le regaló y observar como su amor se iba grabando a fuego en su viaje a la eternidad.
Dame
tu amor más soñado
antes que el sol lo marchite
mientras Hades no lo evite
estaré enamorado,
te daré mi apasionado
último aliento en la boca,
angustia a mí me provoca
miedos son de no tenerte,
oquedad nos queda inerte
razones que Érebo invoca.
antes que el sol lo marchite
mientras Hades no lo evite
estaré enamorado,
te daré mi apasionado
último aliento en la boca,
angustia a mí me provoca
miedos son de no tenerte,
oquedad nos queda inerte
razones que Érebo invoca.
Antonio Nieto Bruna
29-10-2017
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