Aquellas pastillas
azules, las del abuelo, fueron en su día objeto de morbosa curiosidad; todo
transcurría dentro de los lógicos parámetros de la investigación de lo
desconocido por cualquier joven inquieto y ávido de conocimientos, hasta que a
uno de los nietos se le ocurrió pasar de la suposición, al conocimiento
empírico y llevó unas cuantas a su fiesta de graduación. Los que probaron los
efectos de tan excitante comprimido, terminaron con la autoestima alta y en el
hospital.
Antonio Nieto Bruna
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11-5-2015