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Todo aquello que perdemos
si nunca lo hemos querido,
¿por qué nos lo merecemos
si nunca lo hemos tenido?
Es lo que pensaron cuando
vieron llegar las desgracias
aquellos que están callando
pasadas ineficacias.
Y ahora mientras les llega
el barro hasta sus conciencias
buscan entre la refriega
dividir las consecuencias.
Pues todos esos blasfemos
que guardan sus inmundicias
entre los actos extremos
esconden viejas codicias.
Los humanos nos preciamos
de usar nuestra inteligencia
a la vez que despreciamos
nuestra efímera existencia.
Si te sientes engañado
no mires al oponente
piensa que lo que has votado
es el acto consecuente.
Las mentiras se solapan
con las rebajas de impuestos
mientras los chanchullos tapan
a innobles y deshonestos.
Las verdades cuando duelen
no queremos asumirlas
porque en la memoria suelen
quedar como las esquirlas.
Los de siempre se disfrazan
con símbolos y banderas
con insultos y amenazas
persiguen a sus quimeras.
Y miran para otro lado
cuando con la negligencia
queda el hecho probado
del mal y la incompetencia.
Tiempo y solidaridad
es todo lo que nos queda
y aunque aflore la verdad
hagamos lo que proceda.
No es lo mismo equivocarte
que ser un completo inepto
quien no deja su ego aparte
no tiene claro el concepto.
La indolencia y la mentira
si causa daño y dolor,
no digas que se conspira
con tu buen hacer y honor.
Para asumir consecuencias
de la execrable gestión
atendamos las urgencias
y arreglemos el error.
Todo aquello que tenemos
si nunca lo hemos pedido,
¿por qué nos lo merecemos
si nunca lo hemos querido?