Si hablara la razón

Una nueva transición
hace falta acometer
para así poder hacer
de España una gran nación.
Cuando en la repartición
las porciones de un pastel
si con sentarse a tropel
tiraran por avaricia,
no serían en justicia
dignos de acercarse a él.

Aunque haga de su papel
cuentas del Gran Capitán
los de siempre deberán
alejarse del mantel.
Lleva en la testa el laurel
absorto en su dignidad,
sin dejar su necedad
para mejor ocasión
pues piensa que la lección
no aplica a la cualidad.

¿Quién quiere en realidad
ver perdidos sus hinojos
en los oscuros rastrojos
faltos de la libertad?
Salir de la oscuridad
nos supuso que abdicáramos
y para siempre olvidáramos
aquellas nobles razones,
muertas por sus condiciones
entre cunetas y páramos.

Y sin que lo negociáramos
nos llevaron a pactar
para poder olvidar,
aunque muchos nos quejáramos.
Tarde tal vez esperáramos
que con el perro al fin muerto
acabara aquel entuerto
que a tantos aún agravia,
enterrando al fin la rabia
en un pacto laxo y yerto.

Todo no fue un desacierto
a las pruebas me remito,
aunque siga el buen currito
con el futuro algo incierto.
¿Estaría alguien abierto
al pacto de la inocencia?,
con simulada indulgencia
sus verdaderas posturas
defienden con imposturas
jugando con la conciencia.

La política no es ciencia
aunque sume algún escaño,
pareciéndonos extraño
coexiste en divergencia.
La llamada ambivalencia
se confronta en discusión
y con representación
el pueblo haciéndose oír
si es sabio podrá elegir
en la próxima ocasión.


Antonio Nieto Bruna
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11-3-2016