La noche, negra y cerrada, cernía
el inminente presagio letal
al acercarse el fortuito final
con esa forma funesta y sombría.
Lejano al llanto del mar se le oía
trayendo un suave susurro mortal
su sombra umbría se hacía irreal,
llegó a pararse el reloj aquel día.
trayendo un suave susurro mortal
su sombra umbría se hacía irreal,
llegó a pararse el reloj aquel día.
Aquella fría mañana traía
la calma tras el cruel temporal,
el campo inerte cubierto de sal
quedaba vano de toda alegría.
Ya nunca aquella ribera sería
aquel remanso de calma vital.
la calma tras el cruel temporal,
el campo inerte cubierto de sal
quedaba vano de toda alegría.
Ya nunca aquella ribera sería
aquel remanso de calma vital.
Antonio Nieto Bruna
Copyright ©
Copyright ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario