El
arte del engaño y el despiste, al contrario,
es
requisito indispensable para todo aquel
que
quiera dedicarse a este juego de mesa.
Por
lo que los epítetos utilizados en estos versos
son
dedicados a alagar al buen jugador de mus.
En la plaza Mayor de un pueblo de la sierra
la partida echa al mus en siesta y con calor
en sombreada mesa; trolero y charlador,
envida a grande tres y cuatro a pares cierra.
Sin mínimo rubor en la diatriba encierra
su jugada maestra, con cuento bullidor
y gracia zalamera deja al postre postor,
pasa, otro mete dos y el órdago no lo yerra.
Si al mus quiere ganar no respeta la mano
sabe como abusar y como usar paciencia
si no le entran las cartas él nunca envida en vano.
Buen jugador de mus, de mentira hace esencia
discreto pasa señas y como un cartesiano
con esa dualidad, derrocha inteligencia.
Y dice la sentencia:
En la guerra, en política y jugando a las cartas,
de envidar y engañar, ni te cansas ni te hartas.
Antonio Nieto
Bruna
Copyright ©
27-7-2012
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