Vivo porque te quiero
y en mi alma siento
que estoy vivo de amor y muero
de pasión, cuando te deseo.
Vivo muriendo,
pues vivir es morir
y aunque muero, vivo creyendo
que a los que quiero han de vivir
en mis recuerdos.
Sempiterna es el alma,
y aunque nunca la vida.
siempre serás eterno
si no te olvidan.
Sueño que vivo,
vivo en un sueño,
sueño en el alma
de quien yo quiero.
Cuando te dije
-te quiero vida mía-,
tus dulces labios
me respondían.
Y al preguntarme
por qué yo te quería
con otro beso
te lo decía.
Con aquel primer beso
que un día robé,
prisionero quedé
de tu querer.
Aunque quisieras
darme la libertad,
de tu prisión
no quisiera escapar.
Si escapara algún día
y pudiera volver,
al amor y a la fuente
de mi vergel.
Iría entonces
al cauce aquel,
en el que siempre
sacié mi sed.
Desde el primer instante,
el manantial fluyó,
del amor de la fuente
que en mi brotó.
Por mucho amor
que siempre das,
nunca quisiera
la fontana agotar.
Ese río de pronto
junto a mi alma nació,
surcando las montañas
llegó a mi corazón.
Por los valles discurre,
por quebrados profundos,
por remansos tranquilos
y otras veces oscuros.
Fluyendo en él
dos ríos generosos
me llenan de amor
sus afluentes hermosos.
Aunque mucha sequía
pudiera haber,
el cauce del río
nunca podrá desaparecer.
Y llegando el momento
de ir a desembocar,
contigo yo quisiera
encontrarme en la mar,
donde los demás ríos
confluyen por igual,
en la profunda
y misteriosa eternidad.
Antonio Nieto Bruna
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30-11-2008
Premio otorgado en el portal de Internet Mundopoesía
17 de Noviembre de 2016
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