No es necesario explicarte abuelo, que este poema que te quiero dedicar, no es
el testimonio fehaciente de mi mano y de mi conocimiento, si no el fruto que ha
inspirado mi alma y mi corazón a la pluma hacedora de estas letras, con él,
quiero transmitir toda mi fuerza para que sigamos disfrutando de nuestras
miradas y nuestros silencios durante mucho, mucho tiempo...
Los abuelos
regalan sus cuidados
a los nietos en
forma de cariño,
y no hay mejor
recuerdo para un niño
que los sueños que
guardan sus legados.
Esos seres
queridos tan amados
te hacen un cálido
y furtivo guiño,
y mientras, con su
amor darán aliño
a la salsa de
sueños macerados.
Sin que exprese su boca el pensamiento,
con los ojos le
dicta su ilusión
al cálamo que
plasma su momento.
Pues, solo la
expresión del sentimiento
es motivo de esta
reflexión,
y desde el corazón
le manda aliento.
Con tesón y moral
inquebrantable
la mitad de tu
vida con anhelo,
pasaste siendo
guía inseparable
y el bálsamo de
fuerza y de consuelo.
Con tu poca salud
tan saludable,
conseguiste te
diera aquel chiquillo
el vigor que te
hizo invulnerable;
y el hombre
amable, ecuánime y sencillo,
con toda su pasión
y su energía
se quiso dedicar a
lazarillo
del niño que le
diera compañía,
en el nunca jamás
de vuestro mundo
que fuisteis
construyendo día a día.
Por ello, con el
don meditabundo
donde queda
grabada la vivencia,
deja su
sentimiento más profundo
y orgulloso en tus
manos su inocencia.
16-10-2017
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