Halcones deseosos de la guerra
ocultan la ambición entre sus manos
en nombre y la defensa de “su” tierra
y matan sin rubor a sus hermanos.
Quien permuta a las formas de intifadas
con la piedra lanzada al filisteo
aplastando a las tierras ocupadas,
es que quiere ser rey del pueblo hebreo.
Mientras tanto inocentes de ambos lados
sufriendo de los locos el castigo
pagarán los excesos y pecados,
del que al otro le llama su enemigo.
Y mirando seguimos los demás
desde el confort que dan nuestros sofás.
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