Los
de siempre frotándose las manos
estarán esperando en su oquedad
a
que estos días queden muy lejanos
y
así a otros vender su realidad.
Los que se llaman buenos ciudadanos
pretenden
desvirtuar a la verdad
con
tóxicos mensajes draconianos
que
a la postre les son de utilidad.
Los profetas que aciertan el pasado
esperan prestos a poder medrar
y esconder en su sede lo robado.
Mientras crean los ciegos ignorantes
que las cuentas podrán siempre saldar
seguirán existiendo los farsantes.
Si
se muerden las víboras la lengua
les
podría el veneno intoxicar,
y
a sus mentes el virus que no mengua
les
incita a quererse revelar.
Los dilemas tendrán que resolver
pues sumidos están en sus problemas
y si uno está jugando a canciller
otros buscan sucias estratagemas.
Mientras tanto aquí están los habitantes
respetando con cívicas maneras
las normas que nos dan los gobernantes.
Pareciendo estas pautas muy severas
deberemos estar muy vigilantes
de aquellos que usen formas más rastreras.
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