estrellas y rascacielos
iluminan sus anhelos
en el centro de Castilla;
tan gentil como sencilla
acoge con dignidad
al que busca libertad,
bastándole esa razón
para que a su corazón
le seduzca esta ciudad.
Transformadora de sueños
en deseos, en bonanzas,
en fracasos o esperanzas,
de todos los madrileños,
unos logran sus empeños
dando su capacidad,
otros con tenacidad,
esfuerzo y aportación
y con toda su ilusión
hacen de ello potestad.
Encrucijada y camino
tan posible de alcanzar,
a nadie han de preguntar
el lugar de donde vino,
ni el motivo, ni el destino.
Al llegar y ver su cielo
encuentran en él consuelo,
unos ponen sus empeños,
otros la ilusión y sueños
buscarán con ansia y celo.
En ti se han de aglutinar
los momentos y parajes
enriquecidos bagajes
difíciles de igualar.
Un Habsburgo del lugar
hizo un palacio real
y su corte y capital
en esta urbe restauró,
aquí su imperio instauró
y un gobierno colonial.
Paseando se ha de ver,
Latina, el barrio Imperial,
Sol, Mayor con Arenal,
y la plaza Oriente al ser
la zona que ha de acoger
el templo que es catedral.
En el Palacio Real
los gobernantes insólitos
con muchos de sus acólitos
del foro hacían corral.
Altiva se puede ver
la puerta abierta orgullosa
que en calle Alcalá reposa,
pues Carlos III al ser
y como alteza ejercer
de mejor alcalde y rey
hizo con su venia ley
del despotismo ilustrado,
y Esquilache fue tratado
como si fuera un virrey.
En el Museo del Prado
la historia plasmada está,
en cuaderno quedará
dibujos que en el pasado
Goya en papel ha dejado,
Picasso y Juan Gris abstractos,
Murillo y Greco retratos,
Tiziano renacentista,
Velázquez supremo artista
y otros igualmente gratos.
Alguna sala también
su prestigio avalaría,
el Thyssen, Reina Sofía,
el de Ciencias Naturales,
Sorolla, incluso navales
y seguro alguno más,
aprovechando, además
a un paseo por Retiro
mientras se escapa un suspiro
evocando el tiempo atrás.
Cuando damas en verano
subían desde Vistillas
con sus vistosas sombrillas
de encaje y tul artesano,
en su vestir cotidiano
la chulapa se exhibía,
con un mantón que lucía
junto a un blanco pañuelo
con un clavel en su pelo,
hasta Callao y Gran Vía.
Pasado el Ángel Caído
cerca al Palacio Cristal
hay un estanque principal,
que algún grumete y cupido
cual bajel su recorrido
a orillas del madroñal
con aires de mariscal
a las damas las invita
en barca a una visita
por el estanque central.
Hasta allí las cortejaban
los galanes de postín
con sombreros de bombín
negras levitas mostraban,
castizos briosos bajaban
desde Atocha o Chamberí
en busca de su gachí,
con palpusa y safo al cuello
algún chulapo o plebeyo
o quizás algún cañí.
¡Oh Cibeles, Madre Tierra!
en deidad te has de erigir
tu fuente quiso vivir
la gloria que en ella encierra,
bandera que mano aferra
en noches de exaltación
triunfos de blanca afición
con oda y con epopeya,
a ti han de honrar Diosa bella
cuando suena el alirón.
Junto al Paseo del Prado
altanero con tridente
en su plaza con su fuente
el dios del mar alabado,
la afición le ha dedicado
triunfos, tal vez fuesen gestas,
con algarabía y fiestas
a Neptuno dios ufano
del mar azul soberano,
roja y blanca fue su apuesta.
Si un atajo has de buscar
y ver el azul del cielo
sin necesidad de vuelo
donde poder observar,
atento se ha de mirar
desde su piso más alto
las marcas que hace el asfalto
y que pintan la ciudad,
nos muestran su enormidad,
por ello aquí lo resalto.
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