Cuentan entre los serranos
que en los remotos albores
los primeros moradores
eran díscolos hermanos.
Por parajes castellanos
discurrían sus peleas
en pueblos y las aldeas
de la zona los veían
las disputas que tenían
al defender sus ideas.
El padre encolerizado
un conjuro les hizo
y quiso con el hechizo
que estuvieran alejados
y los tres acompañados
de su propia vanidad
en días de claridad
cerca del cielo olvidados
como montes elevados
sentirán su soledad.
El mayor es el Moncayo,
el mediano es Ocejón,
aunque menos mocetón
atrayendo al veloz rayo
a través o de soslayo
está el pequeño Alto Rey,
algún pastor con su grey
sube allí a peregrinar
y al rezar en el altar
hacen del ritual su ley.
Antonio Nieto Bruna
Copyright ©
9-10-2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario