Historia de un burlador

Cuentan de un chulo altanero
que castigaba a las damas
y sin irse por las ramas
se jactaba el caballero
de sacarlas el dinero
como un vulgar proxeneta
dándoselas de poeta
a costa de ellas vivía
de una manera sombría
y de una forma alcahueta.

Usaba siempre la treta
del don Juan encantador
y antes de hacer el amor
se tocaba la bragueta
de forma poco discreta
sin un mínimo sonrojo
aquel humano despojo
mientras miraba lascivo
el lujurioso motivo
de su deseado antojo.

La ilusión de un trampantojo
siempre hacia con sus engaños
sin mirar todos los daños
que con ese falso arrojo
a la quien echaba un ojo
con su fuero masculino
y su corazón mezquino
se buscaba la ocasión
de utilizar ese don
para ejercer de padrino.

Se sentía el valentino
que era muy afortunado 
porque se creía amado
por el sexo femenino,
y porque bebía el vino
que Judas le regaló
aunque solo era el gachó
de su propia vanidad
ocultando su verdad
idolatraba a su yo.

Pero su suerte cambió
un día de Viernes Santo
y de repente su encanto
una navaja sesgó
y en su corazón hincó
una bella mantenida
causando una grave herida
a su más dolido orgullo
pues de pronto su chanchullo
se marchaba con su vida.

La doncella seducida
al matar a su verdugo
se desprendió de aquel yugo
que la mantuvo escondida
y fue a la postre destruida
cuando la muerte le dio
al mismo que le quitó
el saber de la alegría
y que en un lejano día
su pureza arrebató.

Entre sus sueños le habló
desde un lejano y profundo
lugar en el inframundo
Hades y le sentenció
pues en su culpa encontró
la causa del veredicto
declarando en el edicto
su destino a la morada
donde se ubica la nada
del malevo y del convicto.

Así acabó aquel adicto
con su vicio inconfesable
con el hecho reprochable
y de un modo poco estricto
por ser causa del conflicto
que generó la ignominia
cuando con la misoginia
en su ego y en su machismo
solamente vio erotismo
en su forma poliginia.