Diferencias de clases


Todo principio es finito
siendo el mismo a los mortales;
hombres plantas y animales
tenemos un mismo sino,
al nacer nuestro destino
en el tiempo queda escrito.

No elegimos ascendencias
la cuna nos viene impuesta,
llegas con boca dispuesta
desnuda es la bienvenida,
dándote cuenta enseguida
que existen las diferencias.

De sufrir a unos les sedan
con néctar sus bocas cierran,
otros a senos se aferran
viendo esperanzas exentas,
rezando piden hambrientas
a Dios salud les concedan.

La fortuna no la niegues
si la vida te es atenta,
dándote con rubor cuenta
que en esta tierra hay tristeza
desigualdad y pobreza.
De tu suerte no reniegues.

No seamos mojigatos
creyéndonos merecidos,
alimentos bendecidos
en misa a las doce y media
cuando boato y comedia
disfrazan los alegatos.

Después de golpes de pecho
se pasa al aperitivo,
no será tan alusivo
al pecado y la pobreza.
¿Para qué entonces se reza,
si no es para un buen provecho?

Diferencias y pobreza
se acentúan más si cabe,
pues el mísero no sabe
de que desgracia se aqueja,
el rico en su ansia no ceja
no ha de perder su riqueza.

Esa la que trabajando
casi nadie la obtuviera,
uno por otro pudiera
crear grandes diferencias
acallando las conciencias,
se van las culpas volando.

Tomar con afán la tierra
siempre importó al opulento,
de ella depende el sustento
fruto de toda acrecencia,
aquella que la conciencia
disimula cuando yerra.

El pobre ya es cosa seria,
a veces en su impotencia
su causa extrema y demencia
al delirio ha de llevarle,
en vez de dignificarle
le hunde más en la miseria.
Al poema nada resta
pues ya son las nueve y cuarto
y en la mesa está en reparto
caviar beluga en conserva,
vino rioja de reserva,
roscón de la última fiesta.

Esa la que conmemora
en pesebre el nacimiento,
de aquel hombre tan hambriento
de justicia para el mundo.
Aunque nuestro yo profundo;
tiene claro a quien adora.



Antonio Nieto Bruna
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23 de Enero de 2010



Premio destacado a la Poética Clásica,
otorgado en el portal de Internet
Mundo Poesía, el 23 de Febrero de 2010 

Parábola del zángano y la reina

El último eslabón de la cadena
terminó por perderse en la espesura
que dejara entre el humo y la basura
el hacedor de suerte siempre ajena.

Portando de una forma casi obscena
entre su huella impregnada de impostura
la simiente y su ególatra estructura,
se quitó de repente de la escena.

Las abejas obreras laborando
no se fijan si el zángano alimenta
a toda la colmena por igual.

Y la reina que alegre va volando
entre danzas de forma muy cruenta
al macho lo estimula hasta el final.



Antonio Nieto Bruna
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14-3-18