Parábola del zángano y la reina

El último eslabón de la cadena
terminó por perderse en la espesura
que dejara entre el humo y la basura
el hacedor de suerte siempre ajena.

Portando de una forma casi obscena
entre su huella impregnada de impostura
la simiente y su ególatra estructura,
se quitó de repente de la escena.

Las abejas obreras laborando
no se fijan si el zángano alimenta
a toda la colmena por igual.

Y la reina que alegre va volando
entre danzas de forma muy cruenta
al macho lo estimula hasta el final.



Antonio Nieto Bruna
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14-3-18