Romance minero


Cuentan que en la Sierra Norte
cerca de Guadalajara
se encontró una rica veta
el filón era de plata,
allá por Hiendelaencina
los yacimientos estaban
en el rico Canto Blanco
donde a plena luz brillaba,
nativo argento metal
entre rocas y pizarras.

Aquel acontecimiento
de la noche a la mañana
cambió la fisonomía
de esta rústica comarca,
en donde otrora había huertas
quedan tierras perforadas,
agricultor y pastor
cambian cayado y azada
por el pico y la barrena
y el oro trigo por plata.

En pocos años los pozos
surgen como hierba mala
pero no todas las minas
dan aquello que esperaban,
explotando el filón rico,
Santa Cecilia la llaman,
lindando queda la Suerte,
la Fortuna está cercana,
aunque nadie lo diría
pues la inversión era escasa.

Las minas con auge pleno
finalmente comenzaban
a dar el fruto esperado
aquel que un día soñara
Don Pedro Esteban y Górriz,
quien con su impronta dejaba
la leyenda que nos cuentan
las hazañas ya olvidadas
y todas aquellas gestas
de esta historia tan lejana.

No todo será fortuna,
no todo fueron bonanzas,
por tanta prosperidad
se pagarán cuotas altas,
tal riqueza ya despierta
envidias en la comarca
y aquellos los lugareños
pensaban que no ganaban
por tanto riesgo y trabajo
lo que el esfuerzo rentaba.

Allá por mil ochocientos
entre desgracias llegaban,
el diecinueve de octubre
negras y frías jornadas,
el año sesenta y cuatro
a las tres de la mañana
del pozo llamado Perla
espeso humo asomaba,
barreneros y escombreros
al salir dieron la alarma.

Haciendo un primer recuento
se fijaban que faltaban
cinco de aquellos mineros
que cumplían la jornada,
un capataz se dirige
a Fortuna donde baja
con cuatro o cinco mineros
allá hasta que se encontraran
la sexta con la tercera
galerías de ambas plantas.

Observando como un torno
cubierto parece en llamas,
un negro y muy denso humo
sale de una nube blanca,
sabe que los atrapados
agotan sus esperanzas.
Suben medio intoxicados
y el resuello hasta en el alma,
mira al cielo y a sus hombres
sin poder hacer ya nada.

Y cuentan las malas lenguas
que el ingeniero que estaba
al mando del yacimiento
a la galería mandan,
las esposas y las madres
a buscar a los que faltan,
diciendo que, si no vuelven,
que tampoco de allí salga. 
Y aunque no está demostrado
la leyenda así lo plasma.

En varios días siguientes
intentan ir a la planta,
por otros pozos y medios
ya sin apenas confianza.
El veinticinco de octubre
la tragedia se saldaba
con otros ocho mineros
que en circunstancias extrañas
al intento de rescate
muertos allí se quedaban.

Esta es parte de la historia
retazos de una comarca
en donde con grandes rasgos
así quedó dibujada
en claroscuros momentos

de sus épocas doradas.
Queda ahora solo un pueblo
que heredó una enorme plaza,
con pozos, ruinas y campo
y una escombrera sin plata.​


Antonio Nieto Bruna 
Copyright ©
1-5-2012






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