En
nuestra herencia llevamos multitud de diferencias,
pero
el don de la inocencia todo el mundo lo portamos,
siempre
a él nos aferramos y nos sobran las creencias
ni
los dogmas ni la ciencia, enseña esto a los humanos.
Del
amor alardeamos no vemos equivalencias
con
nuestra más pura esencia, en actos en si mundanos,
sin
embargo, despreciamos paz y amor sin diferencias.
Cuando
con nuestras conciencias de aquel don nos acordamos.
Entre
tanto aquí estamos absortos con las demencias,
pensando
que la indolencia solo son males lorquianos.
¿Para
qué entonces hermanos les llamamos con anuencias
a
los que en nuestra creencia en el fondo despreciamos?
¿Hacia
dónde encaminamos las ocultas subconsciencias?
La
hipocresía es vigencia de creyentes y profanos.
Y
por siempre deseamos con absurdas prepotencias,
el
tener omnipotencia ¡Qué insensatos los humanos!
Antonio Nieto Bruna
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21-5-2011
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