¿Por qué a mí?
Se preguntaba una y otra vez aquella atribulada y desconsolada mujer, mientras su cuerpo se balanceaba de atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás, con esa estereotipada frecuencia provocadora de tales estados de pena y de dolor, en algunas personas...
¿¡Por qué a mí!? ¿Por qué a mí me ha tenido que tocar cargar con esta cruz tan pesada, Señor?!
Volvía a repetir con afligida lamentación, sentada frente a aquellos féretros; uno color caoba y dos más pequeños de un color inmaculado…
Unos días antes de tan luctuoso suceso, en Las Peñitas un caserío de Carache en el estado de Trujillo, Venezuela, una familia compuesta por el matrimonio y sus dos hijos de corta edad, se disponían a disfrutar de unas merecidas vacaciones. El padre y la madre habían estado trabajando duramente durante años, ahorrando una pequeña fortuna moliendo caña de azúcar en su trapiche.
La madre, ya tenía repartidos y calculados dichos ahorros, para distribuirlos a lo largo de los quince días que se disponían a pasar unas bien merecidas vacaciones en Tenerife, Islas Canarias, lugar del cual procedían los antepasados del cabeza de familia.
Cuando de pronto un inesperado accidente obligaba a la madre a quedarse convaleciente, sin poder realizar su viaje soñado, al haberse roto la cadera en una absurda caída ocasionada por el engranaje del molino.
Los pasajes y la estancia no se podían anular; debido a las ventajas del tipo de contrato, el riesgo que conllevaba era el de no poder posponer el viaje en caso de necesidad.
La madre, decidió que se fueran el padre y los dos hijos, una vez discutido prevaleció la opinión más sensata, según ella; por lo que los tres se dispusieron a disfrutar de sus vacaciones, al menos solo perderían una de las cuatro reservas ya pagadas…
- ¡María¡ ¡María! Despierta mujer, te quedaste dormida viendo la lacrimógena telenovela esa de “Viuda por accidente” ¡Vaya tostón! No sé cómo te gusta ver penas, con las que ya hay en el mundo.
- Pues no sé qué será mejor - contestó ella - si eso o ver a veintidós “tíos” en calzones detrás de una pelota. Anda hazte el bocadillo y llévatelo al fútbol, como tuviesen la ocurrencia de perder esos presuntuosos, presiento que llegarás con poco apetito para cenar, así que cómete el bocadillo en el descanso, de esa manera todavía te podría quedar hambre y quien sabe si esperanza. Aunque el hambre no te vendría mal, dicen que agudiza el ingenio, a ver si así se te ocurre escribirme un poema de amor en lugar de tantas odas a las flores y a los desheredados.
- Tus deseos son órdenes cariño, en el ordenador te dejo unos versos.
- Gracias guapo. ¡Suerte!
Enamorado
Mi verso está dedicado
A ti que a mí me acompañas,
Recibe de mis entrañas
Idílico este rimado
Así seré yo tu amado
Y el canto que con certeza
Ora a tu hermosa belleza.
Te honró Venus ardorosa
En ara está su certeza,
Quiero al frenesí soñado
Ungirlo con el pecado,
Invéntate apasionada
El deseo de una amada,
Regálame tu ensoñado
Obsequio de amor loado.
Antonio Nieto Bruna
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5-5-2010