Entre
la ortiga, el cardo y el capullo,
creció
lozana y grácil una rosa
y fue con
su presencia generosa
la alhaja
en el jardín de aquel barullo.
Ausente se
encontraba del murmullo
en su urna
acristalada, temerosa
al ver la
yegua loca y peligrosa
trotar con
su verdad de Perogrullo.
Entonces
sopesó si le rentaba
quedarse
en el jardín casi marchita
o ir
adonde el sueño la empujaba.
Y quiso
deshojar la margarita
sabiendo
que su aroma allí dejaba,
la dulce,
afable, bella y fiel Sarita.
Antonio Nieto Bruna
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Antonio Nieto Bruna
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17-10-15
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