se subió con su
escopeta
al monte como un
chuleta
para hacer de cazador.
Quiso ser
embajador
de aquel terreno
olvidado,
pues siendo coto
privado
pensaba que
estaba yermo
y su ganado algo
muermo
al estar
abandonado.
Emprendió viaje
al Parnaso
buscando equinos
sagrados
y entre tantos
licenciados
se percató del
fracaso.
Confabulados los
dioses
en contra de
aquel montero,
mandaron al
picadero
al mercader tan osado
que por aquí se
ha paseado
como un audaz escudero.
Llegando hasta
el campo base
alzó su cabeza
al cielo,
viéndose firme
en el suelo
soltó su famosa
frase.
“Como tengo
mucha clase
os invoco a que
cacéis
al unicornio y
miréis
como yo le corto
el cuerno”.
El audaz subió
al infierno
y pasó lo que
sabéis.
Y aquí se acaba
la historia
de este cazador
tan sabio
que quiso saldar
su agravio
purgando su triste gloria.
Con toda su
ejecutoria
quedó a los pies
de la yegua
que ya no le dio
más tregua
por cortar al
unicornio
el cuerno y el
muy bigornio
se alejó legua
tras legua.
Antonio Nieto
Bruna
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24-1-2019
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