Entre
la calma del mar se escondía
un
inminente presagio final
al
acercarse fortuita y letal,
funesta
y trágica forma sombría.
Lejano
el llanto del mar traería
las
olas turbias de un hecho mortal,
la
luna umbría se hacía irreal
llegó
a pararse el reloj aquel día.
Ya
nunca la amplia ribera sería
aquel
remanso de calma vital.
Antonio
Nieto Bruna
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20-3-2016
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