A cada vuelta del tambor de la lavadora, se oía el extraño ruido de algún elemento que se había introducido en la centrifugadora.
La empleada de hogar, siguiendo instrucciones dejó que el programa llegara a su fin.
Una vez terminado el proceso, se dispuso a sacar la ropa seca y al introducir la mano en el interior del tambor, noto una especie de peludo peluche, en ese momento intuyó la causa del continuo ruido, y pensó que el travieso de la casa había vuelto a introducir el oso de peluche de su hermana en la lavadora, mientras miraba extrañada el plato lleno de leche del goloso Misifú.
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