En
Valencia, un mes de abril
se
vieron dos campeones,
en
franca y en buena lid
lucharon
por sus colores,
quiso
el destino esta vez
al
Madrid dar los honores,
de
alzar la Copa del Rey
ante
las dos aficiones.
En
Valencia, un mes de abril
lucharon
por sus colores.
Los
dos equipos de fútbol
dicen
que de los mejores,
entre
palmas y ovaciones
desataron
las pasiones
en
un clamor popular
lanzan
a los gladiadores
a
la arena de la gloria,
sus
armas son sus blasones.
Los
dos equipos de fútbol
desataron
las pasiones.
Dentro
de aquel gran estadio
con
todos sus seguidores,
con
un estruendoso aliento
se
exhibían con canciones
al
unísono en estéreo
gritaban
las aficiones,
como
si una sola voz
expresaran
sus razones.
Dentro
de aquel gran estadio
se
escuchaban las canciones.
Acabada
la contienda
aquellos
que antaño fuesen
con
justicia vencedores
a
los campeones ceden,
la
copa tan merecida
y
a los hinchas les ofrecen
la
alegría de este triunfo
que
enaltecen sus laureles.
Acabada
la contienda
a
los campeones ceden.
Al
llegar la madrugada
peregrinos
penitentes
con
la victoria obtenida
hasta
Cibeles acceden,
con
la copa algo maltrecha
por
un accidente leve,
el
agua de nuestra fuente
el
milagro en ella ejerce
al
llegar la madrugada
hasta
Cibeles acceden.
La
copa ya restaurada
por
milagro del orfebre,
sigue
el mandato divino
exhibiendo
sus laureles
en
la sala de tributos
y
oráculo de sus bienes
donde
todas las estrellas
dejarán
su luz latente.
La
copa ya restaurada
exhibiendo
sus laureles.
Acaba
aquí la romanza
de
los hechos que anteceden,
a
las futuras disputas
esperando
parabienes,
cuando
no sean posibles
lograr
de nuevo las mieles,
a
quienes se lo merezcan
honraremos
como siempre.
Acaba
aquí la romanza
esperando
parabienes.
Antonio Nieto Bruna
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