Aquella tarde de
un otoño frío
estabas muy
radiante y luminosa,
brillabas como
estrella esplendorosa
allá por el oscuro
cielo umbrío.
Tus rayos fueron
todo un desafío
y de una forma un
tanto cautelosa
prendió la llama
en alma misteriosa
quedando ardiente
aquel lugar sombrío.
Recuerdos llegan
hasta nuestros días,
nostalgia de un
momento memorable
de aromas dulces
llenos de ambrosías.
Amor es causa y
don irrenunciable
que lega como aval
de garantías,
las dichas del
encuentro inolvidable.
Antonio Nieto Bruna
Copyright ©
18-2-2013
Poema premiado el 6 de octubre de 2014
Por el Jurado de Poesía Clásica
en el Portal de Internet Mundo Poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario