Cuento del sapo y la princesa

Cuentan que una vez un cuento
al revés estaba escrito,
por lo que hay que estar atento
de lo oculto y lo prescrito,
no busquen en el momento
lo que no verán descrito.
Quien expone su argumento
con razones amorales
aunque no fueran reales
¿Servirían de escarmiento?

En un campo una princesa,
de lirios y azul corola,
a un sapo en los labios besa
le cubre con su aureola,
con donaires de burguesa
luce toda su vitola.
Sin memoria ya se expresa
y su mención se oscurece,
mientras el sapo se crece
con su suerte que no cesa.

El sapo con arte un día,
de su feudo un cortijo hizo
lo tomó por romería
como buen advenedizo,
de su capa un sayo haría
usando todo su hechizo.
El plebeyo engañaría
al pueblo con su descaro;
arrogante, apuesto, avaro,
la corte a sus pies tenía.


Nada ya teme el sapito
en el charco está su orgullo,
entre barros el delito
esconde con su chanchullo,
el fango queda expedito
limpio de todo murmullo.
Si fuese un día proscrito
seguro será integrado
al charco por un jurado
con veredicto inaudito.

Esta historia dará cuenta
de aquel sapo que al abrigo
de la princesa y su renta
de la usura se hizo amigo.
Entonces, él argumenta.
-¡Cuándo el fraude fue castigo?-
El delito no lamenta
exiliado en su guarida
su fortuna inmerecida
la ocultó en su charca hedienta.

La fábula nos diría
como un sapo saltarín
a su alteza encantaría,
llegando casi a delfín
con su canto adormecía
a todos, el malandrín.
Pero en su afán no advertía
que lo que se ha de ocultar
el tiempo lo ha de saldar
entre seis años y un día.



Antonio Nieto Bruna
Copyright ©
19-2-2012




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