Décimas a mi amada

Con versos he de decir
que no hay nada en este mundo
que crea que es más rotundo
que mi profundo sentir.
Nada más he de pedir
al destino y a la vida,
tan solo que no me impida
querer al que a mí me quiere,
olvidar a quien me hiere
y una suave despedida.

Si fuera o no merecida
esa suerte que me ampara
al menos que me encontrara
con la tarea cumplida.
Mi alma siendo seducida
por la diosa del amor
me hizo con ello el favor
de hallar pasión y ternura
al regalarme dulzura
mi amada con su candor.

Su halo me da el esplendor
del rayo en la oscuridad
que deja la claridad
de su radiante interior.
Ella me da ese valor
que a veces yo necesito
para enseñar lo que edito
con tinta del corazón
y con mi imaginación
al mundo así lo transmito.

Siempre que recapacito
al buscar en mi conciencia
he pensado en la inocencia
como mi mal favorito.
Aunque a veces no lo admito
y oculto también mi orgullo
por ello no siempre huyo
de aquellas confrontaciones
que hacen que mis pasiones
se pierdan en el barullo.

Por ello a veces me imbuyo
con el alma de un perito
y en mi Luna yo levito
para evitar el murmullo.
En mi fuero interno intuyo
los pensamientos diversos
surcando los universos
de las razones perdidas
por la vida transmitidas
entre prosas y entre versos.

No quisiera hacer dispersos
los desvelos e inquietudes,
ni los sueños y virtudes
de nuestros lados anversos. 
Aunque parezcan reveros
de monedas de dos caras 
sombrías y a veces claras
de toda nuestra existencia
tan solo con tu modestia
a mis fracasos reparas.

Y si por siempre te hallaras 
en mis sueños más reales
tus besos se harán vitales
sí en mis labios los dejaras.
Pues mis noches son doradas
cuando amanezco a tu lado
y me siento afortunado
por todo lo que me diste
por aquello que en mi viste
y por lo que hemos creado.






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