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Los ancianos nos dejan los legados
de costumbres labradas en la vida
regadas con el agua contenida
de proyectos y sueños cultivados.
Los frutos que una vez fueron sembrados
van brotando con savia renacida
de la tierra y la estirpe ennoblecida
por los tiempos presentes y pasados.
Estos seres queridos y entrañables
cuando alcanzan edades avanzadas
la experiencia les hace respetables.
Y en sus ajadas sienes plateadas
se reflejan los hechos imborrables
que a la postre resultan perdurables.
El tiempo tan exacto e impasible
marcará nuestra efímera existencia
con su clara y constante permanencia
al andar por la vida imprevisible.
En su paso constante e inflexible
dejará al discurrir esa evidencia,
cultivada con toda la experiencia
de la herencia y del don más intangible.
Con ello el homenaje está completo
al hacer esta ofrenda a los valores
por la herencia que dejan los mayores
con honor, con cariño y con respeto.
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