Mi patio


Familiar y solariego
es el lugar que en la sierra
en una pequeña tierra
del señor y del labriego,
al que guardo tanto apego
crecen el fresno y las rosas
que a veces son tan hermosas
como la flor del jazmín
que cubre el muro sinfín
de estrellas muy olorosas.

Irregulares baldosas
de piedras de gneis ajado
sufren castigo pesado
de una mesa y sus bancadas
que esperan ser ocupadas
en las tardes de verano
por un cuerpo veterano
curtido por mil batallas
y aunque sin muchas medallas
llevo el amor de la mano.

Hago un homenaje sano
a mi humilde procedencia
cultivando la presencia
de símbolos que no en vano
reflejan lo más humano
de lo que nos representan
puesto que en ellos se asientan
los pueblos de mis ancestros,
adornaré con mis estros
el lugar donde se ambientan.

El madroño es de Madrid,
lugar de mí nacimiento,
Jaén en mi sentimiento
y el olivo es su adalid,
al igual que el Mío Cid,
en Castilla eché raíces
y aunque con muchos matices
la lavanda y el romero
en este pueblo minero
hacen mis días felices.

Su fragancia ella nos manda
lavanda,
junto al recio y verde altivo
olivo
y el arbusto de un retoño
madroño,
en invierno, en el otoño,
en verano y primavera
crecen los tres a la vera
lavanda, olivo y madroño.




1 comentario:

  1. Excelentes espinelas y remate con ovillejo nos muestran en tu poema el querencioso rincón del hogareño patio que en la sierra te deleita disfrutar.

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