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En la Plaza de las
Cabras
en un tiempo ya
olvidado
se reunían los pastores,
con los perros y el ganado
marchando con la
cabrada
con el zurrón y el
cayado
hasta las verdes
dehesas
buscaban el rico prado
y el pastor va con
las chivas
al monte
despreocupado.
Porque sabe que le
esperan
seres queridos y
amados
que cuidarán la
cosecha
en terrenos
cultivados,
y limpian la
cochinera
con los puercos
agobiados,
mientras que en el
gallinero
los palos siguen
manchados,
los huevos de las
gallinas
recogen con mil cuidados.
La cabrada se
despliega
por el terreno pactado,
Las Añadas, La
Poveda,
San Martín y por
el vado
que cruza el arroyo
Rama,
y algún huerto no
cercado.
Atardeciendo ya llegan
hasta aquel zoco empedrado
los cabreros con su grey
los cabreros con su grey
tras haberlas pastoreado.
Así marchaban los días
en esos tiempos pasados
con el cultivo de tierras
y el pastoreo del ganado
para ganarse la vida
como seres abnegados
y al buscar el bien común
aquellas gentes antaño,
compartían sus esfuerzos
y el agua de sus sembrados.
Antonio Nieto Bruna
Copyright ©
6-9-2019
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